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Edadísmo en tiempos de pandemia

Por: Cristina Nagore

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Tal vez muchas personas estén leyendo por primera vez esta palabra y no sepan lo que quiere decir. Edadísmo se refiere a la discriminación por razón de edad y es a lo que asistimos en estos momentos de emergencia sanitaria por parte de la clase política. Hoy podemos afirmar, que las medidas tomadas por el gobierno son totalmente excluyentes y discriminatorias hacia las personas mayores institucionalizadas en residencias.

Esta discriminación tiene un largo recorrido en nuestro contexto y ha influido la forma en que entendemos la vejez y también las políticas sociales que se desarrollan, así como aquellas que brillan por su ausencia.

En un momento como el actual, vemos que los recursos económicos y profesionales destinados al sector de atención a la dependencia son pocos y de mala calidad, que nuestro sector no se considera un servicio prioritario y que las medidas para proteger a los más vulnerables llegan tarde, lentamente y de forma poco coordinada.

Desde el principio de ésta crisis, se ha reiterado que las personas mayores son las personas más vulnerables ante el virus, pero esta pretendida consideración, ha acabado reforzando un imaginario peyorativo sobre ellas, asociando la vejez con la enfermedad y potenciando un enfoque biológico de la vejez, simplificándola como deterioro y discapacidad.

Estamos asistiendo a discursos discriminatorios de carácter paternalista y gerontofóbicos, a la utilización de imágenes y noticias sobre las residencias ajenas a la diversidad de las personas que en ellas viven. El gobierno no sabe, ni le interesa saber, que en las residencias no viven “ancianos y ancianas”, sino padres, madres, abuelos (de esos que sí tienen nietos y nietas) amigas, suegros, etc. En estas instituciones viven personas con fragilidad, pero también personas como tú y yo de sanas, conviven personas de 90 y personas de 65 años.

Pero también en las residencias, trabajan los profesionales peor pagados y tratados del sector de la atención a las personas y muchas de éstas, se encuentran en manos del capital especulativo bajo el disfraz de “conciertos” con las administraciones públicas (ésto también es edadísmo)

El edadísmo condiciona nuestro imaginario hacia las personas mayores, hacia los servicios públicos y hacia los profesionales que nos dedicamos al ámbito del envejecimiento. Por ello, hoy más que nunca es importante seguir luchando contra esta discriminación cultural e institucional que se impone sin consciencia, y no permitir que cuando pasemos esta situación la asociación entre vejez y enfermedad se vea fortalecida.

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