Publicado el

La comunidad y las residencias

Por: Editor
Foto de Mathias Konrath on Unsplash


Cuando una persona ingresa a una institución a menudo pierde su comunidad de referencia, el barrio, las relaciones de toda la vida y sus grupos de interés. Se ve «obligado» a convivir con personas desconocidas en un entorno que le es completamente extraño.
 Es imposible dar todo a todos y no hay ninguna institución capaz de reproducir las dinámicas naturales que se dan en la comunidad. Las instituciones no tienen respuesta para todo, por eso, es importante que «todo lo que se pueda, se debe hacer fuera».
 El hecho que una persona participe fuera de la residencia nos ayuda a romper estereotipos y enriquece la participación de la persona en actividades significativas. La participación en el barrio, puede ser una herramienta poderosa para luchar contra el aislamiento que puede suponer la institucionalización, ya que no hay nada más triste que sentirse solo aunque se esté rodeado de gente.
 Tenemos el reto de abrir las instituciones, de hacerlas permeables para producir intercambios fertilizantes, mejorar la calidad de vida de las personas y mantener el capital social de nuestros barrios; la comunidad ha de recuperar al sujeto, debe poder nutrirlo y nutrirse.
 En Clara miramos el AICPA tradicional como estrategia para volver a poner a la persona en el centro de la acción. Pero, como no hay persona sin entorno, todas nuestras estrategias de acción se encuentran dentro de un contexto comunitario.
 Partimos de un cruce fertilizante: las instituciones deben convertirse en un recurso para la comunidad de la misma forma que la comunidad debe participar de ellas. Se deben difuminar las fronteras y se debe volver a establecer un diálogo enriquecedor.
 Creemos que el AICPA puede desarrollarse desde una perspectiva comunitaria y de esta manera dar visibilidad a los sujetos garantizando sus derechos humanos y de participación.

Últimos posts